Banzai

Último fin de semana antes de navidad, y todos los japoneses aprovechan para acabar de hacer sus compras. Aparte de los repartidores de pizza disfrazados de Papá Noel (incluso he visto un perro), también aparecen otros tipos de personajes más oscuros.
Ya les hablé de las furgonetas de la ultraderecha que van recorriendo las ciudades brindando música militar. Además de brindando, blindando, porque van bien protegidas por lo que pueda pasar. También me suena comentar la afición de los japoneses por dar discursos políticos, de todas las tendencias, en la puerta de las estaciones, y también la indiferencia absoluta con la que son recibidos por los viajeros.
Esta tarde, en la puerta de la estación de Ikebukuro, teníamos un discurso de uno de estos partidos. "Por el emperadooor, banzaaaaaaaaai", se desgañitaban gritando. Debo reconocer que lo decían con toda convicción, y eso no ha hecho sino aumentar mis temblores.
No lejos de allí se hallaban apostados algunos abuelos de aspecto descuidado que, aprovechando la época en la que estamos, sotenían unos carteles con mensajes como "Todos somos pecadores" y "Resucitemos en Jesucristo". Afortunadamente, han tenido el detalle de no decir nada sobre fin del mundo...
Y ya que estamos, les explicaré el porqué (o, al menos, uno de ellos) hay tantas sectas en Japón. Por lo visto, las organizaciones religiosas están exentas de pagar (al menos buena parte de los) impuestos, así que sale rentable montarse una secta para el fin de semana. Si la adoración y el proselitismo no les parecía suficiente aliciente para erigirse en pope, aquí tienen su oportunidad de oro.

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