¡Teatro Nô!

Antes de que se me echen encima los aficionados a la interpretación, reparen en que la ô es larga.

Ayer asistimos a una representación de teatro Nô del festival que se celebra anualmente en el recinto del templo Yasukuni (ya les comenté en su momento, donde están enterrados muchos soldados de la Segunda guerra mundial; el festival es para apaciguar sus espíritus, también hacen sumo y lucha libre, no pregunten) al aire libre y bajo los cerezos recién florecidos (este año la pereza les ha podido y vienen con retraso).

El programa incluía dos piezas Nô separadas por un entremés humorístico. El teatro El escenario tenía a su izquierda un corredor abierto por el que entraban los personajes a escena e incluso donde se desarrollaban algunas acciones. En el escenario se situaban los músicos (intrumentos tradicionales de percusión y un "fue", que es un tipo de flauta japonesa de madera), el coro y la voz principal. Mas no se crean que es música melodíosa, sino más bien una especie de salmodia sazonada con percusiones que siguen patrones nada tradicionales para el oído occidental y largas intervenciones de la flauta usando modalidades japonesas, o sea, que no se puede cantar el estribillo de vuelta a casa). Los personajes danzan muy despacio sobre el escenario con gestos elegantes.

Por supuesto que se habla en japonés antiguo, y por si eso fuera poco, la salmodia convierte en irreconocible cualquier palabra, así que nadie entiende nada. Se alquilaban por 1500 yenes unos receptores por los que explicaban en japonés moderno lo que iba ocurriendo en escena. Al finalizar te devolvían mil yenes al entregarlos. El entremés no tenía salmodia, pero era japonés de la Era Edo, así que para mí fue lo mismo.

Si bien no es posible seguir la historia por los diálogos, el teatro Nô es muy eficiente a la hora de crear atmósferas y sensaciones a través del sonido y el movimiento. Mucha gente lo considera soporífero, e incluso yo sentía la llamada de Morfeo, mas no por aburrimiento, sino por cansancio corporal. Miedo me da el irme pareciendo a mi padre, que es entrar en un recinto para ver cualquier tipo de espectáculo y soñar con los angelitos, no falla.

Según me comentó Shizuka, lo normal es no aplaudir en las representaciones Nô, pero ayer debió de ser una excepción.

Eso sí, hacía un poco de frío.

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