Niebla espesa (más iconoclastia)

Generaciones enteras de todo el mundo hemos crecido con Heidi, la serie del magnífico Hayao Miyazaki. Y ya que estamos en el año del perro, me parece apropiado arrojar algo de luz sobre el asunto y apartar, de una vez por todas, la densa niebla. Recuerdo que, no hace tantos años, mi amiga Laura quería llamar Lucas a su perro, mas tuvo que claudicar ante su hermano, a quien le sonaba raro, por ser considerado, hasta el momento, nombre exclusivo de persona. Y es que, en Japón, el perro del abuelo, la mascota con la que todos hemos soñado alguna vez, no se llama Niebla, sino Joseph, o sea, José.















Gracias al sutil cambio de onomástica sufrido en la versión que llegó a nuestras pantallas el 90% de los padres españoles de la época se libró por los pelos de tener que oír repitiendo machaconamente a sus hijos "Papá, papá, tienes nombre de perro", y tal vez fuera esta la causa que motivó la decisión, o puede que resultara arriesgado, en la sociedad de aquel entonces, llamar a un perro igual que el padre "putativo" de Jesús de Nazareth. La de manifestaciones que se habrán evitado con esta medida, y, seguramente, incluso se previno que Filipinas censurase la emisión internacional de TVE.

De cualquier modo, seguro que Joseph, Niebla si me apuran, escuchando todo esto, se levantaría e iría parsimoniosamente a sestear al sol en el mejor lugar de todo el prado. Guau.

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