No, no les voy a hacer un análisis sociocultural desde el punto de vista de Jesulín de Ubrique. Resulta que nos acabamos de apuntar al gimnasio, y espero que ése sea el resultado, aunque sin los cuernos. Los japoneses que trabajan de cara al público tienen un manual de comportamiento que varía en función de la empresa, pero en el que detallan todo, todo, todo. Porque si no, por lo visto la gente protesta. Y yo me pregunto si es que tienen mucho tiempo libre, porque al apuntarnos nos leyeron el maldito folleto con las instrucciones y recomendaciones de uso, pero el primer día, con la excusa de enseñarnos el funcionamiento del gimnasio, las máquinas, etc., ¡nos lo volvieron a leer! ¡y más despacio! Uno que no había visto hoja verde en su vida, pues se queda maravillado de tanta máquina y tanto cacharro deportivo. Aunque lo más divertido sea lo más simple y común: la báscula (he perdido desde que he venido a Japón), el aparato para tomar la tensión (baja, bajísima), el aparato para medir ...