Ejerciendo

El sábado tuve mis primeras experiencias como profesor de español en Japón, cubriendo un par de sustituciones en una academia. Fue bastante interesante.

La academia en cuestión tenía una habitación dividia en dos aulas mediante paneles, y durante la segunda clase estuve en la parte más "artificial", con puerta prefabricada.

La última media hora los alumnos se preparan un café o un té (a gusto) y se lo beben finalizando la clase. Yo también, pero al volver al aula me di un tremendo coscorrón con el dintel metálico de la puerta (extramadamente bajo) y no contento con eso, derramé el agua hirviente de mi té sobre mi mano derecha. Una soberbia actuación, si fuera payaso, en vez de profesor.
No contento con eso, para acabar de construirme una buena reputación, cuando regresaba con la fregona para limpiar el desaguisado, volví a darme contra el dintel.
Con el primer golpe entendí el sentido de la vida, vi a Dios y aumentó mi cociente intelectual, pero (y lo siento por ustedes) el segundo me dejó como antes.

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