Dos Bloody Mary's en Tokio
Tras mucho tiempo, el pasado martes tuve la oportunidad de volver a ver a Pablo Herraiz, el hábil batería de The Bloody Mary's, y nada menos que en Tokio. Casi 10 años ya de compartir escenarios, emociones, reuniones, éxitos y fracasos... qué quieren que les diga, pues que fue una gran alegría. Y aunque no tocamos ningún intrumento en todo el día, sí que hicimos música juntos de alguna manera.
Foto: Micko
Foto: Olga (un abrazo)
Bien por el que se haya dado cuenta de que no llevo las gafas en la foto. No es una cuestión estética (poco se puede hacer), simplemente, me las olvidé en casa ese día. Mucho había llovido desde que no pasaba un día sin ellas (diría que fue la primera vez desde que me las puse en EGB). No es como para decir que fue una experiencia interesante, pero (como no tengo tantas dioptrías) puedo vivir también sin gafas (no recuerdo quién era el que decía "total, para lo que hay que ver").
Cuando entramos en la cafetería de la foto (tomamos café, no bloody marys, tsch), la camarera, que vio un grupo de 3 extranjeros, debió de sentir pánico y, con un gesto de la mano (normalmente reservado a las caballerizas), nos indicó que pasáramos más al fondo. A los que llevamos un tiempo aquí, eso nos toca un poco las narices, así que le pregunté si le pasaba algo en la garganta (les digo por experiencia que con el tiempo loco que tenemos es fácil coger la gripe). Afortunadamente, estaba sana y pudimos hablar y perdir nuestros cafés sin necesidad de hacer dibujos ni gestos extraños. Y es que qué bonitas son las aventuras cuando tienen un final feliz.
Foto: Micko
Foto: Olga (un abrazo)
Bien por el que se haya dado cuenta de que no llevo las gafas en la foto. No es una cuestión estética (poco se puede hacer), simplemente, me las olvidé en casa ese día. Mucho había llovido desde que no pasaba un día sin ellas (diría que fue la primera vez desde que me las puse en EGB). No es como para decir que fue una experiencia interesante, pero (como no tengo tantas dioptrías) puedo vivir también sin gafas (no recuerdo quién era el que decía "total, para lo que hay que ver").
Cuando entramos en la cafetería de la foto (tomamos café, no bloody marys, tsch), la camarera, que vio un grupo de 3 extranjeros, debió de sentir pánico y, con un gesto de la mano (normalmente reservado a las caballerizas), nos indicó que pasáramos más al fondo. A los que llevamos un tiempo aquí, eso nos toca un poco las narices, así que le pregunté si le pasaba algo en la garganta (les digo por experiencia que con el tiempo loco que tenemos es fácil coger la gripe). Afortunadamente, estaba sana y pudimos hablar y perdir nuestros cafés sin necesidad de hacer dibujos ni gestos extraños. Y es que qué bonitas son las aventuras cuando tienen un final feliz.
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