Cumpliendo (si no promesas, años)

La vuelta al Sol es una carrera anual que no se compite en velocidad sino en estilo. Todos mis lectores pueden estar tranquilos, ya saben que no soy ningún serio candidato al podio, pero el día 12 volví a finalizar el recorrido.

Para celebrarlo, el jueves hicimos una pequeña fiesta junto a Pascal Venturelli y Jorge Díaz (ambos finalizaban elegantemente sus respectivas vueltas ese mismo día), y con la presencia de Jun, David y demás con sus respectivos instrumentos acabamos poniéndo nuestra propia música a la velada.

Sólo queda agradecer desde aquí su presencia a los amigos que estuvieron y lamentar la de aquellos que no pudieron estar.














Foto: Kôji Uemura

El mismo sábado, tras salir de trabajar tuve la fortuna de que mi paseo falto de paraguas coincidiera con la lluvia de uno de los tres tifones que se nos aproximan. Tras atravesar el recinto del templo Meiji para dirigirme a Shibuya acabé refugiado de la lluvia bajo una carpa del "Lesbian and Gay Parade" que se estaba celebrando en aquel momento. Fue un deleite escuchar a la big band (que tocaba siempre los mismos tres temas, pero cuán bien) a cubierto del agua (fíjense como el flautista protege su intrumento con una bolsa de basura) y contemplando el baile que tres personas a cada lado realizaban con unas banderas azules al compás de la música.















Una vez finalizado el chaparrón, y con el dolor en el corazón de sentirse atraído por las guapísimas lesbianas, caminé hasta Ebisu descubriendo por el camino varias cafeterías de aspecto interesante. Una vez allí, por casualidad acabamos tomando una copita con lo más granado del flamenco en Japón, Carlos Pardo y Antonio Alonso, antes de volver a casa sólo para comprobar que tampoco esta vez nos había tocado el gordo del sorteo extraordinario estival. Este año toca empezar otra vuelta más a lo pobre.

Y que ustedes me acompañen.

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