El papel de llegar tarde

Los británicos tienen merecida fama de caballeros extremadamente pulcros en la puntualidad. Sin embargo, la puntualidad japonesa deja bien atrás a todos los hijos de la Gran Bretaña, ya que no consiste en llegar precisamente en el segundo acordado, sino en hacerlo 10 minutos antes. Si esto no sucede, los nipones se empiezan a preocupar, más conforme se acerca la hora.

Para ello se han esforzado en conseguir un sistema de transporte por ferrocaril que cumple a rajatabla los horarios... casi siempre. En las raras ocasiones (que también las hay) en las que un tren se retrasa (habrá un mínimo establecido; cuando el retraso es de un minuto, no sucede nada; en el caso que nos ocupa, fue de cinco), los empleados esperan a los viajeros a la salida de las máquinas canceladoras para hacerles entrega de un papelito como el siguiente, que acredita de forma oficial que ha habido un retraso y que el viajero no es responsable de no llegar puntual a su puesto de trabajo (aunque, dado el caso, acabemos todos yendo como el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas, mirando el reloj, corriendo y lamentándonos todo a una). Luego las empresas, si lo creen conveniente, supongo que podrán demandar por daños y perjucios a la compañía ferroviaria.
















La anotación a boli es obra de nuestra secretaria Hiromi, la que me enseñó el truco para quitar el hipo verbal e instantáneamente.

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