Con la boca abierta







Ayer fuimos a Daimon (La gran puerta) invitados por el señor Kawara, a quien nunca se lo agradeceré lo bastante, para asistir a un espectáculo, celebrado al aire libre en el recinto de un templo, que conjugaba danza tradicional japonesa con una pizca de coreografía moderna, narrando la historia del sogún Nobunaga.

El espectaculo devino en lo más alucinante que he podido contemplar y os aseguro que estaba con la boca abierta. También tengo que recalcar que las danzas de los muertos (cuatro simpaticos personajes del más allá) hacían parecer los comics de Suehiro Maruo como Blancanieves. Espeluznante.

Al darse uno la vuelta podía contemplar Tokio tower iluminado recortandose en el cielo detrás del templo. Tokio tower es la respuesta japonesa, o mas bien la copia exacta, a la torre Eiffel de París. En cuanto venza mi reticencia a las alturas, subiré porque la vista debe de merecer la pena (la pena de verse uno tan arriba y sin saber volar).

Tras el evento, nos comimos un cuenco de udon acompañados de la señorita Nonogaki, que está metida en el mundo del management musical. Es una mujer muy culta y me preguntaba por asuntos sociológicos e históricos de España y por el funcionamiento del acordeón, entre otros.

Para un español de familia humilde, verse cenando en Tokio en un restaurante de buen aspecto (y no especialmente caro), con amplios ventanales que daban, desde el primer piso, en el que nos encontrabamos, a la calle totalmente vacía rodeados por rascacielos y escuchando jazz, era totalmente sobrecogedor.

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