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Es curioso (por no decir algo más fuerte) cómo funcionan el bajo índice de criminalidad en Japón y la honradez de sus habitantes. Siempre que el asunto no tenga nada que ver conmigo, claro. Porque ya me dirán ustedes: Mutsuko pierde su carísimo violín en el metro y lo recupera intacto; mi amigo y residente en Kioto Marcos olvida su cartera en un lugar público con 20.000 yenes y varias tarjetas de crédito y media hora más tarde la encuentra tal y como la dejó... y como esos, miles de casos.

A mí (recordarán la historia), se me cae un libro en español de Labordeta en el autobús de mi localidad y a pesar de que llamé a la central inmediatamente, nunca apareció. Me olvidé el (baratísimo) reloj que me regaló mi suegra en una sala en la que hicimos una audición para tocar en Disney sea y nunca más supe de él (no te puedes fiar de Disney).

Hasta ahí, lo hubiese podido soportar, pero uno de estos últimos días de inactividad en los que no he predicado en éste que es su desierto debido a que estábamos haciendo turismo en Kioto -concretamente, ayer- desapareció nuestra (ya desfasadísima) cámara digital de fotos (máquina de retratar para depende qué generación). Tras salir de la visita al Pabellón de Oro, se esfumó cual hábil escapista. Yo pensando que la llevaba mi mujer, y ella creyendo que quien la tenía era yo, alguien encontró la felicidad en forma da cámara. Tanta felicidad que no ha sido capaz de llevarla a la policía para que nos la devuelvan. Acababa de cambiar la tarjeta de memoria, así que tengo en mi poder la mayor parte de las fotos del viaje, pero he perdido las del mencionado pabellón, tal vez uno de los lugares más bellos de Japón.

El señor Ikeda, fotógrafo semi-profesional amigo de Shizuka y también residente en Kioto, nos prestó una de sus cámaras para todo el día de ayer y nos hará llegar las fotos. Ténganlo en sus oraciones, gramaticales y/o religiosas.

Si alguno de ustedes, fieles lectores, tiene una cámara que quiera donar a tan noble causa como es este blog, no duden en escribirme (incluso se aceptan donaciones). También si pertenecen a Fotógrafos sin Fronteras.

¿Ustedes se creen? Con Herodes se vivía mejor.

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