Feliz último día del Año del Pájaro
No creo que nadie pueda discutirme que, a pesar de las tantísimas cosas que han ocurrido en el mundo, este año se ha pasado volando. Eso puede deberse, en parte, a que 2017 es año del pájaro, que como el ave fénix (vean la versión de Osamu Tezuka presente en la postal) renace, y vuelve cada doce años.
Si han aparcado bajo los cables donde descansan las palomitas, los gorrioncillos... recuerden, año del pájaro. Si la cigüeña les ha traído un churumbel, año del pájaro. Si les han eclosionado los huevos, año del pájaro. Si parecen un águila... córtense las uñas de los pies, que no hay año del mejillón.
En la tarjeta que volvió a tener a bien hacerme el gran Jordi Pastor tenemos al fénix celebrando el año del pájaro que se extraña de mi presencia. Al desplegar mis alas de Ángel (cosa que no hago con mucha frecuencia), me reconoce como un congénere y nos vamos volando a la voz de «¡Feliz Año Nuevo!».
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