¿Es el enemigo?

Tal vez no sea el enemigo y, lamentablemente, Gila ya no está aquí para preguntarlo, pero en Japón hay varios tipos de telefónos públicos, aunque con la invasión de los móviles ya no los usa casi nadie. Generalmente están en las estaciones y sólo en alguna ocasión se ven por la calle. Únicamente admiten monedas de 10 y 100 yenes y no devuelven cambio fraccionado, como en España.

Sin embargo lo más curioso es la mentalidad que existe en los japoneses al enfrentarse a estos trastos. Lo digo porque hay un tipo de teléfono público cuyo funcionamiento es idéntico al español, léase, se descuelga, se espera tono, se introducen las monedas o, en su defecto, la tarjeta prepago y a continuación se marca y, si eres afortunado, se habla.

Por contra, el otro tipo exige que introduzcas el dinero antes de dar tono. Claro, yo desconocía esto y pagué mi ignorancia la única vez que he necesitado utilizarlas, corriendo de aquí para allá, pensando que estaban todas rotas.

Los japoneses confían en que todo va a funcionar como debe y por eso no necesitan señal que se lo confirme. Pero yo, que he venido del país de los trileros, la estampita y el tocomocho, pues no me acababa de fiar. Antes de darte el dinero, enséñame la mercancía, Jack...

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