Cómics en la basura (no sonría, señor Aranda)

De todos es sabido que Japón es uno de los paraísos de los cómics. Además de que el citado medio tiene la consideración que merece, es leído por todo el mundo (y me refiero desde los niños, de teta no, un poco más grandes, pero casí, hasta los señores trajeados y los abuelos, cada uno con sus obras, claro, no todos leen lo mismo).

Hay multitud de revistas que algunas personas compran para leer en el metro y luego las abandonan sin más, dejándolas al alcance del siguiente o del recolector profesional que luego las vende a mitad de precio en puestos "de viejo".

Aparte, está el formato "guía telefónica", que comparte tamaño y tipo de papel, aunque no contenidos. Más tarde, las series de calidad y/o éxito son recopiladas en tomos individuales para facilitar su almacenamiento. No se pueden guardar varias guías telefónicas mensuales... y el papel es muy malo.

Eso significa que todos los días, en el apartado de reciclaje de libros y revistas de la zona reservada a las basuras en mi edificio, me encuentro con varios paquetes de revistas y tomos en perfecto estado. Quiere decir que aquí la vida es una biblioteca pública de cómics y que si no lees es porque no quieres... o no sabes.

Por otro lado, el mercado japonés es tan brutal que fagocita al resto del comic mundial y hace (casi) imposible el poder encontrar cosas de Jodorowsky, Alan Moore, Darko Macan o Trondheim... ya no digamos Mortadelo y Filemón.

Pero, el día que haya dinero, siempre nos quedará internet y será el comienzo de una bonita amistad...

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