De bien nacidos
Les he comentado alguna vez el sentido de la reciprocidad que tienen los japoneses. Al recibir un regalo, es costumbre corresponder con otro presente cuyo valor sea aproximadamente el 20% de lo que nos han dado.
Afortunadamente es una regla flexible, porque el 20% de un polvorón, o una barrita de guirlache, que es lo que les traje a mis estudiantes, se queda en nada. Y aunque con una sonrisa y un gracias (y un estudiaremos más) me daba más que satisfecho, un par de ellos han decidido subir las apuestas y agasajarme con dulces. Espero que no sea un intento de soborno para que les perdone no hacer los deberes.
El primero de ellos es este paquete de fresas cubiertas de chocolate de marca Ashmore.
Vaya, salen dos.
¡Y están muy buenos!
Ahora bien, la fresa está deshidratada, nada que ver con la imagen promocional de fruta deslumbrante. Menos mal que esta vez también juzgamos el libro por su contenido en vez de por su portada.
El segundo fue un senbei de sakuraebi, o sea una galletita de arroz con minigambas. Crujiente, ligera y, aunque sin consagrar, estaba divina.
A su salud.
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