Suavemente caído del cielo

Ya me tienen de vuelta en Japón. Ayer, seis de enero, mi avión aterrizó en Narita y la difererencia horaria y los menesteres del hogar me han tenido alejado del ordenador. El viaje fue muy tranquilo, aunque es verdad que se hace más pesado hacia oriente que viceversa, y la compañía no es que ayudase a alegrame el viaje, una superanciana nipona que se comunicaba, básicamente, por señas y poco.

Después del reaclimatamiento que tuve que llevar a cabo en España, me toca hacer el proceso contrario. Ya les iré contando.

Mañana volveré con todo un clásico de estas fechas.

Y para los niños que me estén leyendo: los Reyes Magos no existen.

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