Girl Scouts de la noche

Hace tiempo que le perdí la pista a los modos y costumbres de la noche española, así que desconozco el actual protocolo de los locales de marcha. Comparando el Tokio actual con la Zaragoza de mis tiempos más golfos (déjenme imaginar que alguna vez existieron, ay), lo que me llama la atención no es la presencia de unos cuantos yakuzas en el bar, ni del negro gigante de la puerta que te cachea sonriente... en algunos sitios pasa.

No, son las que denomino
girl scouts de la noche: camareras -muchas de ellas filipinas-, buenas conocedoras de la fauna nocturna, que recorren, incluso armadas con linternas, los garitos de entrada gratuita para comprobar si estás con una copa en la mano. En caso de que no, en vez de la típica fogata escultista, te dan la brasa -y de qué manera- hasta que pides (alcohol que desinfecta las heridas del corazón) o, en el mejor de los casos, logras escaquearte, para lo que hace falta mucha técnica o mucha caradura. Avisados quedan.

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