Enhorabuenas para todos

Cuando otro bebé pudiente viene a comer gratis de los impuestos que pagamos los nipones y yo, permítanme que me pregunte qué se supone que tenemos que celebrar los que no somos de la familia.

Y es que la princesa Kiko (no se confundan con el antiguo fubolista del Atlético de Madrid) ha dado a luz por cesárea (deberían cambiarlo a imperárea pues) a Hisahito, el primer vástago varón que ve la familia imperial (permítanme la minúscula unificadora) en, aproximadamente, 40 años. El secretismo (a voces) que rodeaba al sexo del embrión en los tiempos de adelantos técnicos que corren desde hace ya bastantes años evidenciaba cuál iba a ser el polémico resultado (piensen en la infanta Leonor, pero al revés). Cuando se hablaba de derogar la ley sálica para que la pequeña Aiko pudiera reinar algún día, un recién llegado le arrebata cualquier posibilidad de conseguir el derecho de sucesión sin darle siquiera un plato de lentejas a cambio. Yo, en cierta manera, me alegro, ya que lo contrario, por el bombo pseudofeminista con el que se hubiera inflado la noticia, podría haber eclipsado aún más el auténtico debate, porque lo verdaderamente moderno no es que una niña pueda reinar (vean Inglaterra, Holanda...), sino acabar con los privilegios de sangre en los temas políticos de un país e instaurar la figura de un jefe de estado elegido democráticamente (¿Alguien me puede explicar en los comentarios por qué se necesita un jefe de estado por encima del presidente o primer ministro de turno?). O, por lo menos, que cada cuál pueda elegir si quiere o no sostener la monarquía a través de un impuesto voluntario y aparte, a pagar en todos los estancos. Yo prefiero comprarme unos buenos cómics, tomarme unas cervezas con ustedes, hacer una bonita donación a obras de caridad o, incluso, fíjense, llegar a fin de mes.

Y, aquí, aunque no lo parezca, no estoy hablando de Japón. Que este blog se declara republicano y laico.

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